Con eso logró una súbita popularidad entre el pueblo plebeyo, siendo así el primer Capeto realmente popular, tomando el rumbo de la monarquía centralizadora que no terminaría solo hasta la Revolución de 1789. Eso desarmó en argumentos en contra de parte de la siempre intrigante nobleza. Así, los plebeyos que no estaban bajo su mandato directo hacían fuerzas para conseguir ser súbditos suyos.

Con correcto criterio apeló a la táctica capeta de poner el uno contra el otro y tomar el resto de las rencillas en el seno del clero o entre nobles enemistados.

Creó ciudades en tierras ajenas a las de su dominio directo apelando a que los "hechos hablan" expandiendo sus dominios reales efectivos gracias a su astucia.

Sus consejeros siempre eran gente vasalla, no noble, de esa forma evitó rencillas inútiles y fatuas entre vanos encumbrados. Uno de esos era el abad Suger quien seria también el tutor de su hijo el futuro Luis VII el Joven.

Muerto el Conquistador, Luis el Gordo apoyó a un hijo de él, otro Guillermo, contra Roberto Curthose, manteniendo ocupada la Inglaterra fuera de los asuntos francos. Finalmente fue rey el más chico de los hijos del Conquistador Enrique I quien le hizo la guerra a Luis VI. En la batalla de Blanche Nef en la Navidad de 1120 Luis VI logró la victoria a expensas de la muerte de todos los descendientes directos de Enrique I quien quiso vengarse amargamente del Gordo.

Se alió con el emperador alemán Enrique V casándolo con su hija Matilde para hacerle entrar en el juego contra el odioso Gordo.

Pero fue una boda inútil ya que se muere el alemán y Enrique I tuvo que conseguir un segundo marido para su hija quien pueda defenderla. Su mirada recayó en Godofredo I Plantagenet, señor feudal de Anjou, ducado situado al sur inmediato de Normandía yerno suyo ya desde 1135.

El Gordo hizo consagrar a su hijo Felipe pero a la muerte de ese vástago en 1131 inmediatamente hizo lo mismo con el segundón, Luis.

Justo antes de su propia muerte logró casar a su hijo Luis con una hija del duque Guillermo X de Aquitania... una tal Leonor... quien casi hundirá el Reino Franco...

Será gordo pero no tonto ya que otro apodo que bien se lo reconoce la Historia es el "Listo". Sabía combinar su carácter ameno con un poder de decisión inusual. Sabía escuchar a los demás y luego emitía un dictamen, en muchos casos, salomónico. Era realmente obeso pero no era mal parecido, todo lo contrario; seducía con llamativa facilidad a las mujeres. Todo en su físico y mente siempre le jugó a favor.

Fue el primero de los grandes reyes que tuvo la Francia  desde Carlomagno según la mayoría de los historiadores.